Los ópticos gallegos recuerdan que estos productos se elaboran de «forma estándar en su inmensa mayoría a partir de materiales y lentes de aumento de baja calidad óptica». Además recuerdan que se venden en establecimientos «sin contar con controles y un asesoramiento de profesionales sanitarios visuales como son los ópticos».
Los expertos aseguran que este tipo de gafas, que se utilizan para la visión de cerca, nacieron con el objetivo de servir «para un uso de emergencia puntual», sustituyendo a la gafa «prescrita por un óptico, fabricada y montada de forma individualizada para cada paciente concreto». «Las lentes de las gafas premontadas son simples lupas de plástico inyectado de baja calidad óptica que aumentan las imágenes y pueden distorsionarlas», señala el presidente del Colegio, Eduardo Eiroa, quien advierte del riesgo para la salud visual, especialmente de quienes ya tienen anomalías en la visión aunque lo desconozcan.
Los ópticos alertan de que su uso continuado puede favorecer el desarrollo o el aumento de problemas visuales, la incapacidad o errores en el cálculo de las distancias en un ámbito próximo, lagrimeo, cefaleas y vértigos, imposibilidad de concentración, fatiga visual prematura, futuros problemas para adaptarse a lentes progresivas, pérdida de visión en uno de los ojos por disminución de su uso o aumento descontrolado de la presbicia y las deficiencias visuales, entre otros problemas.
Desde el Colegio de Ópticos de Galicia se demanda también un cambio en la legislación para que este tipo de gafas que se venden fuera de las ópticas tengan que someterse a inspecciones y controles sanitarios. Hasta ahora se engloban en la categoría de productos de clase I, lo que solo les obliga a ciertos requisitos en el etiquetado.
Fuente: CNOO