Pérdida de audición y sordera: causas, consecuencias y prevención

Cada vez existen más personas con problemas de audición y sordera en el mundo y según estima la OMS en 2050 el 10% del total de la población se verá afectada por este problema discapacitante. Muchas de las causas que conducen a una pérdida de la audición pueden evitarse, conocer cuáles son, las consecuencias de no poner solución y sus tratamientos, contribuyen enormemente a detener el avance de casos en la población.

En la actualidad se estima que más del 5% de la población mundial, unos 430 millones de personas, padecen una pérdida de audición discapacitante. Unos 432 millones de adultos y 34 millones de niños requieren rehabilitación y se calcula además, que en 2050 esa cifra superará los 700 millones; es decir, una de cada diez personas.

La pérdida de audición discapacitante se refiere a una pérdida superior a 35 decibelios (dB) en el oído que oye mejor. Casi el 80% de las personas con este problema viven en países de ingresos bajos y medianos. La prevalencia de la pérdida de audición aumenta con la edad: entre los mayores de 60 años, más del 25% padece una pérdida de audición discapacitante.

Dependiendo de los decibelios existen diferentes grados de pérdida de audición. Así, se dice que alguien sufre pérdida de audición cuando no es capaz de oír tan bien como una persona cuyo sentido del oído es normal, es decir, cuyo umbral de audición en ambos oídos es igual o mejor que 20 dB. La pérdida de audición puede ser leve, moderada, grave o profunda. Puede afectar a uno o ambos oídos y entrañar dificultades para oír una conversación o sonidos fuertes.

Las personas «duras de oído» son personas cuya pérdida de audición es entre leve y grave. Por lo general se comunican mediante la palabra y pueden utilizar como ayuda audífonos, implantes cocleares y otros dispositivos, así como los subtítulos. Y finalmente, las personas sordas suelen padecer una pérdida de audición profunda, lo que significa que oyen muy poco o nada. A menudo se comunican mediante el lenguaje de signos.

 

Principales causas

Aunque la persona puede verse expuesta a los factores que se indican a continuación en diferentes periodos de su vida, será más susceptible a los efectos de estos durante determinados periodos críticos.

  • Periodo prenatal: Suelen venir provocados por factores genéticos hereditarios y no hereditarios e infecciones intrauterinas como la rubéola y la infección por citomegalovirus
  • Periodo perinatal: provocado por asfixia o falta de oxígeno en el momento del parto, hiperbilirrubinemia que es una ictericia grave en el periodo neonatal, bajo peso al nacer y otras morbilidades perinatales y su tratamiento.
  • Infancia y adolescencia: otitis crónicas, presencia de líquido en el oído (otitis media no supurativa crónica, meningitis y otras infecciones.
  • Edad adulta y edad avanzada: relacionado con enfermedades crónicas, tabaquismo, otosclerosis, degeneración neurosensorial relacionada con la edad y pérdida de audición neurosensorial repentina.
  • Factores a lo largo de la vida: tapón de cerumen, traumatismo en el oído o la cabeza. Ruido/sonido fuerte, medicamentos ototóxicos, productos químicos ototóxicos en el ámbito laboral, carencia nutricional, infecciones virales y otras afecciones del oído. Retraso en la aparición de la audición o pérdida progresiva de esta por causas genéticas

 

Consecuencias de no tratarlo

Cuando no se trata, la pérdida de audición afecta muchos aspectos de la vida de la persona: entre ellos la comunicación y habla, la cognición, la educación y empleo: en los países en desarrollo, los niños con pérdida de audición y sordera rara vez son escolarizados. Asimismo, entre los adultos con pérdida de audición la tasa de desempleo es mucho más alta. Entre los que tienen un trabajo, el porcentaje de personas con pérdida de audición que ocupan puestos en las categorías más bajas es mayor que la media general de la fuerza de trabajo. Aislamiento social, soledad y estigma.

Además de todas estas consecuencias, también se contempla una repercusión en la sociedad y la economía. Así, la OMS calcula que los casos desatendidos de pérdida de audición representan un coste mundial anual de 980.000 millones de dólares. Dicha cifra incluye los costes del sector sanitario (excluyendo el coste de los dispositivos de ayuda a la audición), los costes del apoyo educativo, la pérdida de productividad y los costes sociales. Más del 57% de esos costes se producen en países de ingresos bajos y medianos.

 

¿Cómo prevenirlo?

Muchas de las causas que conducen a una pérdida de la audición pueden evitarse mediante estrategias de salud pública e intervenciones clínicas que se realicen a lo largo del curso de la vida.

Es fundamental prevenir la pérdida de audición a lo largo del curso de la vida, desde periodos prenatales y perinatales hasta edades avanzadas. En los niños, casi el 60% de la pérdida de audición se debe a causas evitables que pueden prevenirse aplicando medidas de salud pública. Del mismo modo, las causas más comunes de pérdida de audición en los adultos, como la exposición a sonidos fuertes y medicamentos ototóxicos, son evitables.

Para reducir la pérdida de audición en diferentes etapas del curso de la vida pueden aplicarse estrategias eficaces como: la vacunación, unas buenas prácticas de atención familiar y de puericultura, el asesoramiento genético, la detección y el tratamiento de afecciones comunes del oído, programas de protección de la audición en el ámbito laboral, ante la exposición a ruidos y productos químicos, estrategias de escucha segura para reducir la exposición a sonidos fuertes en entornos de ocio, y el uso racional de medicamentos ototóxicos para prevenir la pérdida de audición.

 

Detección y tratamiento

La detección temprana de la pérdida de audición y de las enfermedades otológicas es fundamental para poder ofrecer un tratamiento eficaz. Eso requiere un cribado sistemático para detectar la pérdida de la audición o una enfermedad otológica en aquellas personas de mayor riesgo.

Ese cribado debe realizarse en recién nacidos y niños menores de 1 año, niños en edad preescolar y escolar, personas expuestas al ruido o productos químicos en el trabajo, personas que reciben medicamentos ototóxicos y adultos mayores.

Esa evaluación auditiva y el examen del oído pueden realizarse en entornos clínicos y comunitarios. Herramientas como la aplicación hearWHO de la OMS y otras soluciones basadas en la tecnología permiten detectar enfermedades otológicas y la pérdida de audición, incluso con formación y recursos limitados.

Para evitar que se produzcan repercusiones negativas, una vez que se detecta la pérdida de audición es fundamental comenzar a tratarla lo antes posible y de manera adecuada. Existen diversas medidas disponibles para rehabilitar a las personas con pérdida de audición como

el uso de tecnologías auditivas, audífonos, implantes cocleares, el uso del lenguaje de señas y otros medios de sustitución sensorial, como la lectura de los labios, el sistema de «deletrear» palabras en la palma de la mano, el método Tadoma, la comunicación por signos, etc., y la terapia rehabilitadora para mejorar las habilidades perceptivas y desarrollar capacidades lingüísticas y de comunicación.

Además, existe la posibilidad de utilizar la tecnología de asistencia auditiva y servicios como los sistemas de modulación de frecuencia y de bucle, los dispositivos de alerta, los dispositivos de telecomunicaciones o los servicios de subtitulado e interpretación del lenguaje de señas, puede mejorar aún más el acceso a la comunicación y la educación de las personas con pérdida de audición.

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